
SALIERI: ¡Qué tontería! No seas chiquillo... Es necesario que te distraigas... Beaumarchais me dijo una vez:“Amigo Salieri: si te persiguen pensamientos tenebrosos, descorcha una botella de champagne o lee Las bodas de Fígaro...”.
MOZART: ¡Ah, sí!... Beaumarchais era amigo tuyo..., ya recuerdo. Escribiste tu Tarare para él... ¡Qué bonita obra!... ¡Qué hermoso tema!... Siempre lo recuerdo: la-la-la... Pero dime: ¿es cierto que Beaumarchais envenenó a alguien?
SALIERI: No creo..., era demasiado..., grotesco, no hubiera sido capaz de hacerlo.
MOZART: Era un genio, lo mismo que tú y yo... Creo que la genialidad es incompatible con el crimen...¿No es cierto?
SALIERI: ¿Crees eso? (Echa el veneno en la copa.) ¡Bebamos!...
En el barbero de Sevilla el fígaro ayuda al conde Almaviva a conquistar el amor de Rossina. Sin embargo, en las bodas del fígaro, el conde exige el derecho de pernada. La condesa lamenta la infidelidad de su esposo…
Porgi, amor, qualche ristoro
al mio duolo, a' miei sospir.
O mi rendi il mio tesoro,
o mi lascia almen morir.
Concede, amor, algún descanso
a mi dolor, a mis suspiros.
Devuélveme a mi tesoro
o déjame al menos morir.
Un lamento que alivia.
MOZART: ¿Qué? ¿Te gusta?...
SALIERI: ¡Es profundo, amplio, austero! ¡Eres un dios, Mozart!... Lo eres sin sospecharlo tú mismo... Estoy seguro.
MOZART: No sé qué decirte..., tal vez... Pero mi divinidad tiene hambre en este momento...