martes, 21 de agosto de 2012

Anecdotario I, sobre Giuseppe Verdi


Cierto día después de una representación en Parma, Verdi recibió la carta de un desconocido:  “Distinguido señor Verdi. El 2 del cte. mes viaje a Parma incitado por la sensación que ha causado su ópera Aida. Mi curiosidad era tan grande que media hora antes de la función ya estaba sentado en mi butaca N° 120. Admiré los cuadros escénicos, escuche con deleite a los cantantes y me esforcé por no perder ningún detalle. Al concluir la representación me pregunte si yo estaba satisfecho. La respuesta fue negativa. Regrese a Reggio en donde vivo y, durante la travesía preste atención a los juicios de mis compañeros de viaje. Casi todos coincidían en que Aida era una obra de la más alta categoría. En consecuencia, me sentí impelido a escuchar la obra de nuevo y el día 4 volví a Parma.  Debido a la enorme afluencia de público conseguí, a duras penas, una localidad por cinco liras. Nuevamente, llegue a la misma conclusión: la opera no contiene nada que pueda entusiasmar o cautivar. Si no fuera por la grandiosidad de los cuadros escénicos, el público difícilmente soportaría en su butaca hasta el final.  Esta ópera llenara el teatro unas cuantas veces más y luego se enmohecerá en las bibliotecas. Estimado señor Verdi, ahora usted se imaginara mi pena por haber gastado treinta y dos liras en estas dos funciones. Si piensa, además, en la circunstancia agravante de que yo dependo en lo material de mi familia, comprenderá que esta suma me quita la calma como si fuera un horrible fantasma. Por lo tanto, apelo a su generosidad para que me la restituya. A tal efecto, acompaño la factura: importe del pasaje en ferrocarril, 5.9 liras; teatro 8 liras; una cena, criminalmente mala, en la estación 2 liras; todo multiplicado por dos, da como resultado total, 31.80 liras. En la esperanza de que me ayudara en esta grave dificultad, lo saluda cordialmente Prospero Bertari, Via San Domenico N° 5, Reggio.

Respuesta de Verdi a su editor Ricordi, residente en Milán: “… Podrá imaginar que de buena gana pagare esa pequeña factura para librar de sus fantasmas a este joven que depende de su familia. Le ruego, pues, que le mande 27.80 liras. No es la suma exacta que reclama, pero no pienso pagarle también su cena -¡pues bien pudo haber comido en su casa!-. Exíjale que confirme la recepción del dinero y, sobre todo, que escriba una nota en la cual se comprometerá a no asistir mas a ninguna de mis operas. Esto lo salvara del peligro de ser molestado por fantasmas y a mí de tener que pagar  sus costos…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario